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Mostrando entradas de mayo, 2018

Besos enteros

Nos encontramos en los puntos medios, y en cada uno de los extremos, en las lluvias y tempestades, en los colores de las mañanas. Nos encontábamos porque nos buscamos, a fuego lento en las conversaciones, con la pasión ardiendo en las ventanas, en cada uno de los rincones de la cama. Nos buscamos con las manos frías pero con el corazón irradiando ganas, con la pausa de la paciencia aprendida y la prisa del conocimiento sin medida. Nos buscamos porque nos amamos, en los momentos amargos de jengibre, lo salado del mar llamando y todo lo dulce si nos acurrucamos. Nos amamos, en las miradas sostenidas, y en las fugaces, de pasada en la orilla, en las sonrisas de frente y en los guiños al soslayo del abrazo. Nos amamos, nos entendemos en las sobras, nos perdemos en las luces de besos enteros; y es eso, que nos amamos, aunque sea aún pronto, nos callamos.

Los sentidos anochecidos

Voy a dejar esto al aire, a las deshonras de los pormenores de las historias que no acabo, de los cuentos que no relato, de todas las tazas de té tibio y de las sombras en las velas apagadas. Voy a escribir esto aquí, a las tantas de la madrugada, con el cansancio entre los párpados y la mirada perdida en tus ojos por si el mar no es infinito, por si las gotas de la lluvia vuelven y me borran todas las lágrimas de olvido. Me ha arrastrado a este párrafo un sentimiento de asco inmenso que no se borra con agua fresca, ni con duchas heladas que devuelven a la tierra; y me he quedado a observarlo, a quererlo como un viejo amigo, a odiarme entre sus renglones y a adueñamer de lo que no es mío. Me ha arrastrado la corriente de los pensamientos sin sentido, de los amaneceres sin abrigo, de lo que nunca he tenido, y me ha parecido eterno, un instante congelado en el recuerdo, un vacío que merezco y todo lo anodino que no acepto. Me ha cogido el insomnio como si