Se me hace Enero cuesta arriba
Se me hicieron los labios añicos de decirte que te quería, de pasar noches en vela, de prometerte amaneceres que nunca recibirías. Fue tan cobarde el tiempo, las ganas de asombro, los puñales bajo las sábanas y este intenso olor a café que apenas se va. Se me hicieron pedazos los dedos de escalar montañas más altas, de luchar contra marea, de intentar erigir castillos que nunca habitarías. Fue tan cobarde el alma, el esconder lo simple, el negar lo evidente y el simple hecho de mirarnos como quien otorga la verdad. Se me hicieron volátiles las esperanzas de esperar a que volvieras, de sentarme a dejar el té frío, de buscar respuestas que nunca me darías. Fue tan cobarde el corazón, la necesidad de erradicar el fuego, el sentimiento por el suelo y la simple agonía de quien no tiene piedad. Se me hicieron tan largas tantas cosas de contar meses en un calendario, de intentar ser quien no era, de convertirme en un yo fugaz que nunca apreciarías. Fue ta