Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2017

Entre tú y yo

Se han venido a interponer entre nosotros y estas ganas locas de querernos, esta agonía por comernos a besos, la nostalgia de pasados fortuítos, las luces de ciudades que nos añoran y un lugar llamado hogar que espera impaciente el regreso de nuestras almas cogidas de la mano. Nos han mirado los relojes de frente, enojados y de mala gana, por malgastar el poco tiempo que nos regalan, por dejar a la tristeza robar protagonismo, ilusión, ganas, caricias en la playa, y acabar en este estúpido lugar entre la soledad y la indiferencia, este lugar al que llamamos amistad. Si tuviera que justificarnos ante ellos, diría que nos pusimos límites, que quisimos acotar la libertad, ponerle barreras al abismo, dejar de lado las inconcreciones y sentir que estábamos haciendo algo por esta estúpida verdad. Si tuviera que explicarle al mundo que da igual cuántos febreros se arruinen pensando que volverás a mi puerta, creyendo que al girar la esquina reflejos de tu sol ilum

Perder lo imperdible

Armemos un estruendo, estrepitosa la lluvia, arrebatadora la luz de tus ojos implorantes, me piden que te ame cuando tu boca prohibe el viento. Tomemos clases de caligrafía, que se escriba tu nombre en negrita y cursiva, que se derrame la tinta pasional, nos tomen por locos al escribir en añil los retazos de esta historia sobría. Venga, di algo, provócame, que se equivoquen los pronósticos, sean erróneas tus medidas predicciones, se lleven los demonios tus silencios, que sientas que mil vidas no son tiempo, que te falten calendarios, enfádate. Explota, vuélvete absurdamente impredecible, que cuantos más otoños, más fríos a tus espaldas, más recaerás en que perdiste aquello que tanto amas.

Verdades a quemarropa

Dime a la cara todo aquello que no te atrevías a escribirme, que me roce los puntales del alma, que me duela al derrumbarse cada una de las creencias que tú mismo contruíste. Dímelo todo sin miramientos, para que se caigan de una vez los velos, que se destapen las mentiras, que se enciendan todas las luces del cementerio, cada una de las velas de este infierno, ácidos baños en cales vivas. Dime, con la poca vergüenza que tienes, otra absurda estupidez que ni tú mismo te creas, que jures bajo Dios sabe qué estrella, que falsees miradas de amor dejando claro otra vez la más perfecta definición de la miel. Dime, sé valiente, da la cara, todo eso tan bien escondido emtre máscaras, que entre como un huracán, que se lleve lo que siento por tí, me destroce los ideales y me achicharre bajo el foco la piel. Dime, aquí y ahora, que esto es una alucinación, que todo es apariencia, una absurda enagenación, creencias hipotéticas en un alarde de autojustificación. Dim

Querer de verdad

Es común, en esto del querer, que se nublen los sentidos, se erice de repente la piel, se queden mudas las estrellas y palpiten, en un millón de noches, las incertidumbres pasajeras, los miedos y el desengaño, enmascaren los sentidos mujeres bellas. Es complicado, pues, encontrar amor, de aquel que mueve montañas, que sacia tempestades y genera océanos, que lleve escrita la palabra infinito y no conozca límites ni murallas, las normas y las leyes, extrañas, volátiles de desconocidos las prohibiciones, reconocido el esfuerzo de todo lo que evito. Es tan simple, a veces, sin querer, sin darse casi cuenta, como un desliz fortuíto, enamorarse de quien esconde entre palabras, la cruda realidad, el mero deseo de la piel, la más pura definición de la incoherencia, un asalto a la más absoluta cobardía, la caja de pandora que espero no abras. Es tan tedioso, extenuante y anodino querer a quien nunca te ha querido, que acabas siendo el producto triste del llanto y e

Floristas vitales

Florece en mi alma una camelia cada vea que vienes a rondar, se posa indecisa entre mis entrañas, se rodea de abominables verdades y nos mira a la cara con sorna, con la victoria en la boca de quien se sabe venenosa y bella. Se marchitan a la par las rosas si decides que mirarme es el modo de jugar, si te arriesgas a pincharte con tus propias espinas de contrariedad, y se retuercen los sentimientos un poco más, se asemejan a cada segundo que pasa a otra locura, a la más absoluta excentricidad. Resurge como el ave fénix el azahar, ante tus ojos anonadados, pide a gritos descolgarse del tren vital, sogas engalanadas de verdes tempestades, y devuelves las miradas con intención fatal, porque, ¡ay si fuera por ti!, no crecería en esta vida ni césped en nuestro jardín.

No te deseo nada

Ojalá, en un alarde de justicia, el destino decida ponerte en tu lugar, te coja por sorpresa, te devuelva al polvo, al nivel del mar. Ojalá algún día lo sepas, que haces daño al pasar, que nadie soporta tus miradas, el frío de los besos gélidos, el eco de tus pasos al caminar. No te deseo nada en especial, es por ello que este poema es lo peor que podrías esperar: ojalá no te pase nada nunca, ojalá tu vida se congele en un instante letal.

Incoherencias varias

Refugiémonos en las calles abarrotadas de la nada, llenas de silencio, inundadas de la más absoluta soledad. Corramos sin demasiada prisa a donde se encuentran los desconocidos, a la luz de las sombras, al abrigo de la tosquedad de esta playa. Hagamos que el tiempo se persone, que no sepa su ritmo, que pierda el compás de las manecillas, que se atragante con las campanas de las doce. Invoquemos a su más odioso enemigo, invitemos a la noche en un descuido, que se ofusque por descontado, que arroje la lógica contra el salón. Sentemos cátedra con esta idiotez, que el poder se quede impotente al mirarnos, que se impacienten las salas de espera, que sea el sprint más lento del mundo. Conferenciemos con ignorancia a los doctores, miles de vademecum en busca de pandemias, que curen esta enfermedad que no existe, que me extirpen el trozo de alma que me queda. Tachemos los festivos del calendario, que sean todos los días de funeral, que sean los laborables los días