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Mostrando entradas de octubre, 2017

Cosas que pasan

Ha pasado tanto tiempo entre tus luces, las sombras de la calle, lo titiriteros en la puerta esperando limosnas y la curva de tu espalda hasta las cicatrices de tus gemelos. Ha pasado solo un instante desde que te vi pasar, se cerró mi alma intentando a medias no dejarte entrar, error garrafal, fallo estrepitoso contra el sofá. Han pasado lustros, o a mí me lo parecen, desde el adiós que todo lo cura, que todo lo esconde sin saber qué viene detrás, la congoja y el miedo, las lágrimas al borde de ataques de nervios. Han pasado horas, días, semanas o meses, difusos por el velo del tiempo, los aclara el calendario sentencioso, puntualiza instantes congelados, acentúa claroscuros anidados, de felicidad amagos. Ha pasado tan poco y tanto a la vez, desde el roce de tus dedos resonando en mi palidez, que he querido perderme en sueños y recuerdos por si allí te vuelvo a ver.

Guerras de otoño

Se posan, bermejos y vibrantes, los colores del otoño en la piel de los árboles, en las sonrisas de flores marchitas, en los labios de amantes que antaño se besaban al abrigo del verano. Se derrumban, caen descuidados, los pensamientos al suelo, cubierto de hojarasca, del rocio de las mañanas frías, sobre los charcos inmaculados, dejados al olvido del amor temprano. Se juegan a las cartas, un póker sin aliados, la última estocada con forma de pregunta, con respuesta clara y puntiaguda, punto terminante y enlazados, hilo rojo permanente más atemporal, menos mundano.

Ahora

Ahora que se posan en mi memoria tus recuerdos, algo rancios, algo desfasados, sin temor al desengaño. Ahora que son tus ojos de otro parecer extraño, algo forzado, algo quemados, sin atisbo de acuerdos. Ahora que son de hiel las cicatrices que un día te curé, amor desinteresado de las cuatro de la tarde, sin premisas ni sed. Ahora que somos desconocidos, que nos tratamos de usted, se aceleran las horas hacia el olvido absoluto, sin respuestas a aquel porqué. Y ahora que nos sentamos en los filos del porvenir, que nos separa una vida y demasiados números medidos, que nos acongoja la estrella bajo la que juramos amor eterno, que nos silba el viento preguntándonos por la otra mitad. Ahora que te encuentro en el más temible de los silencios, en el completo vacío, en la nada de mi almohada y en las calles solitarias. Ahora que ya no tengo donde buscarte, acaso tropezarnos de nuevo en una bella ciudad de los colores del atardecer. Ahora que se nos fue