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Mostrando entradas de mayo, 2017

Prender

Hemos prendido la llama de lo que no se apaga con un saludo, de lo que no se evapora con un adiós. Hemos prendido a tu ropa una medalla, un emblema que conmemora una batalla sin claro ganador. He prendido en el tiempo de un reloj que ni funciona, ni me interesa, para distraer la vista. He prendido la esperanza de una cuerda, deshilachada y fina, ademejada al miedo de quien camina al patíbulo. He prendido mi cordura del tendedero, al sol de mi patio, lejos de la lluvia de mis pensamientos, esperando a que seque, a que no quede nada, se desvanezca y ya no me importe. Lo único que no he prendido, no lo he cogido, mostrado o dividido, son mis intenciones, para que no las quemes, para que no las prendas, para que no me hieras.

Palacio

Fue una escena de teatro de cuento, en el palacio de un rey perdido entre los escombros de guerras pasadas. Fue una imagen casi tétrica de sangre derramada, de armas destrozadas al choque de las espadas. Siguiente acto, telón solemne, rozó la tarima polvorienta; entró la muerte engalanada entre guadañas,  sesgando las almas, pocas, que rozaban los albores de los días de verano. Sentenciosa y desmedida, ajusticia temores, reparte negativas por la sala de un trono ya desierto, de princesas calladas, de príncipes con temor a la nada, con corona de viento.

Besos

El besarte es el arte de morder tu labio, de trazar una tangente a la comisura de tu boca; de acariciar la línea, entreabierta, de tu vida; de formar en ella un círculo, perfecto y alborotado, que te lleve al éxtasis. El besarte es despertar en las mañanas primaverales, en las madrugadas de nuestro invierno juntos; en los páramos del deseo hacia los albores del placer, en paseos por tu espalda, por tu cuerpo entero, cada recoveco y esquina de tu dorada piel. El besarte es melodía, tímida a través de la gramola que controla, agitada, tu falta de razón; acelerada en los pasos cercanos, me busca, me incita al baile, me insinua lo previsto, en penumbra me tienta a unir lo que no tenia conexión. El besarte es adicción, puro veneno, desasosiego; causa alucinaciones, luz de día, desconcierto y entrega; ganas locas de otra excusa, una escapada a las sombras, un momento atesorado, huir juntos, jugar a perderse en el filo de los labios.

Cantos de guerra

Se ha llevado esta guerra, el hogar y la familia, los enemigos y aliados, el cuadro sobre la ventana y el color de la piel del ser amado. Se ha tomado como suya esta lucha que nos oprime todo encanto de la tierra, cultivos y tempestades, vid y hiedra. Ha rebuscado en las memorias de los que luchan con honor por gobiernos negligentes, memorias coloridas ahora tristes, se han convertido en muertos vivientes. Ha arrasado, ya, la verborrea nuestra sangre, nuestra vida, recuerdos de un adiós lejano en el invierno de aquel fatídico día veintidós.

El verano

Me daría esta vez de bruces contra el verano, pausado y tierno, en abrazos cálidos, en perfumes embriagadores. Me caería, sin remedio, al cobijo de tus ojos de miel centrífuga, al son de una puesta de sol de mis amores. Ya siento el vacío de quien se sabe vencido, una lucha desarmada, ofrecida a tus colores, seducida por tus encantos. Ya noto la brisa, lo pasivo de querer caer, una tormenta se avecina, vuelve el mundo al dolor, me miran con espanto. Grito que estoy loca, que es el corazón mi timón, que siento pena de aquellos que no quisieron morir por amor.

Hacerlo todo

Escribe cada paso, cada ritmo, cada instante. Llena de tinta cada poro de la piel del ser amado. No temas, no huyas. Inquietante. Deja que vuelen las plumas al son del fuego avivado. Ama, quizás, con certeza descomunal, apabuyante. Lánzate al vacío sin salvaguarda, confía en lo pactado. Escribe, pero no escribas nada. Vocaliza las palabras, suave y lento, contra las puertas de tu perdición, de nuestro infierno. Teme, pero no temas nada. Recorre con sigilo los caminos que conectan mis manos, tu sonrisa y nuestros ojos. Ama en esta ciudad, anodina y gris. Busca rincones para encuentros fugitivos de postales imaginarias, de tu locura contigo. Hazlo todo, hazlo deprisa, hazlo despacio. Busca en cada encuentro un motivo de reunión, una absurda compenetración, un beso en una estación. Venías a por consejo, venías por la luz, quizás un destello. La moraleja es, querido amigo, toma el amor de abrigo y haz lo que quieras, pero conmigo.