Intrépidos

Como Colón con sus navieros,
has venido a atracar al puerto de mis ojos,
con semblante sorprendido
y las bodegas llenas de ganas.

Has hecho todo este viaje,
como Darwin en busca de las especies,
para acabar encontrándome a mi,
que en realidad eres tú.

Quizás fue cuando desembarcaste
que Tesla acudió en tu ayuda,
te contó qué era eso que habías sentido,
te dio el poder de poner nombre a esto entre nosotros.

No fue hasta bien entrada la noche
que la ciencia calló por el precipicio,
se fueron a deshacer tus labios
ante los medidos versos de Lorca.

Amaneciste platónico y anestesiado,
por ese Sol que Copérnico bien te había ilustrado,
pero no era tanto la luz tu sorpresa
como las ansias de un nuevo día en esta tierra.

A las pocas horas de tu aparición
eras Magallanes en busca de nuevos descubrimientos,
ávido de saber y de entender todos los surcos,
todos los pliegues, todas las historias.

Y así pasan los días,
de tú que me buscas y yo que te encuentro,
nos hemos dado cuenta de que al fin y al cabo sentimos
lo mismo que Narciso por su reflejo.

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Has llegado en ese momento preciso entre todo el caos, para ordenar el paisaje.
Has puesto filtros de color que acentúan lo que somos y cómo nos sentimos.
Has retomado esa canción que tanto nos gusta para darle al play de nuevo, para bailar juntos.
Has completado cada una de estas paletas de color que se antojaban grises.
Has dado vida a cada uno de los latidos, a cada uno de estos versos, a cada paso, a cada sonrisa sin sentido al recordar tu voz.
Has sido y eres el mayor de los descubrimientos.

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