Un adiós

Se va a cruzar en mi mente
un adiós absurdo al mundo,
a las cosas tangibles,
a las melodías
y a los colores de estos ojos.
Un adiós que no suene,
que nadie oiga,
que me lleve lejos
a lugares más benevolentes,
y me deje desde allí ver el mar.

Se va a cruzar en este entuerto
un punto ciego sin retorno,
un callejón de fondo,
una muralla delante
y luces cegadoras sin sentido.
Un punto ciego enfocado,
directo a las heridas,
concienciado a manipularme,
peleador nato
y destructor natural.

Adiós y este punto de no retorno,
ya cruzados y enfrentados,
concilian tregua a mis espaldas
contra mi persona,
contra mi voluntad.
Eternos rivales se saben vencedores,
con las luces del alba,
con las manos ensangrentadas,
con la soga al cuello
y ese olor rancio a pasado.

Se va a cruzar en el ahora
una derrota poco evitable,
un momento de autodestrucción,
eterno e inmoral,
infinitamente perfecto.
Un odio infinito,
una bella caricia con la muerte,
una dulce melodía fúnebre,
una tumba de mármol blanco,
un adiós, al fin y al cabo.

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