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Meditaciones

Se me ha quedado cristalizado en la retina el momento exacto en el que dejé de ser yo. Ya no era mi imagen, sino el sucedáneo más barato de ser humano que encontraría un ciego por la calle. Ya no eran mis manos las que se movían como antes o mis palabras las que me daban voto. Se callaron las luces porque no era a mi a quien iluminaban. Se ignoraban las miradas de la gente en la calle para no pronunciar la pregunta, por miedo de saberme allí, entre la multitud. Ya no eran mis labios lo sencillo de estas letras, ni mi voz la que entonaba canciones de amor. Ya no eran mis latidos moviéndome con gracia, o el lago azul el reflejo de todos mis anhelos. Ya nada era mio, mi definición había dejado de contenerme. Me vi a mi misma pronunciando perdones, midiendo mis ideas sobre papeles imaginarios, milimetrando respuestas que nunca encajaban en el galimatías de una señal de radio. Me vi dejando caer una lágrima de pena por cada valle y cada cumbre, cada vela caída y cada vez que me daba cuen

Romance I

Lanzada y decidida a un golpe asegurado contra el frío pavimento, se aventuró al deseo, al puro fuego. Se le encendieron los ojos, sudor frío en las manos, brillo en la piel de porcelana y de hielo. Recorrió en un instante la sangre todo el alma con intenciones poco cuerdas, acaso desmesuradas. Tensó el cuerpo en un intento de valor contra el miedo abismal, contra los pronósticos, contra sí misma. Ajustó el vestido a las formas sinuosas de ciudades bellas, de paisajes prometedores, ensoñaciones estelares. Colocó el pelo de manera comedida, a la vista el cuello, bálsamo premeditado, esencia hechicera. Al posar la mano en las frías caricias de la ferrosa barrera, escalofríos sin sentido, ansias de poder desmesuradas. Aventurarse a lo conocido o a lo aún por conocer, le cedió el testigo al eterno sentimiento de dulce placer. Sopesado y repasado el primer resplandor de las velas a medias, de la penumbra cegadora, admitió los hechos con honor: prisionera de su cárcel, amante irremediable d

Distancias

Y así nos vamos juntando: tú en la lejanía, y yo en la oscuridad de este cuarto.

Incertidumbres

Te diria que vinieras pero nunca sabria si estas aqui o alli, si permaneces impasivo, si amaneces junto a mi. Te confesaria que temo pero nunca encontraria si existen verdades plenas, si nos aguarda el frio invierno, si acechan las hienas. Te contaria que acometo pero sin sentir más que apatía si el viento me corta la cara, si resbala por el cristal la lluvia, si ese segundero se para. Me miraría para decirme que no me quiero ver si la sombra se empeña, si la oscuridad nos suma en ceros, si la linea de mi boca diseña. Me ocultaría bajo las mantas que se comen los mundos a mordiscos si para algo sirviera, si creyera en mis abismos, si de verdad la fe existiera. Me bañría en tus ojos para quitarme los eslabones si fuera ese verde su enemigo, si cupiera en este desvario, si luchara contra mi destino. A todos contaría, esta noche de horizonte incierto, que el silencio es mi testigo, mi más preciado baúl,  y yo su siervo.

Mis ganas de ti

Veía el mundo de colores apagados, solitarias las miradas escarchadas, segunderos estancandos, esperanzas adormiladas. La piel moribunda en un pasillo, automedicaciones torpes de hospital, complicado todo lo sencillo, celebraciones del mal. Sentía vaciarse el alma por el sumidero, pensamientos de espaldas al mar, espirales saladas, enormes las ganas de volverte a abrazar. Una brisa pasajera de madrugada, un sabor que se quería quedar, me salvaste de mi avismo, lo haces cada día al despertar. Se heló todo el universo con nosotros ardiendo en tu salón, una burla se posó en mis ojos, guerra declarada merecedora dela pasión. Todos los besos y las declaraciones, las caricias y miradas, todas tus locuras con las mías, las que nos quedan por hacer. Cada una de las notas de nuestra canción, cada uno de los gestos cómplices, cada partida y cada encuentro, cada manera de querernos. Se me acabarían las palabras, el sentido del tiempo y la razón, se me cortaría hast

Asedio por mar

Surca este barco con proa salada el mar blanco, pulido, de mi piel desnuda. Se encalla con proeza en cada línea, cada surco, comisuras difusas. Primero de la flota, lo siguen mil todos haciendo el valeroso camino del llanto; lejos divisa, el marinero, larga línea sin final de madrugada. Rema por mis pómulos de nuevo sin control, corta comunicación, acallados monosíblabos me rompen la voz; aliento verdadero con trasfondo el dolor, destino traicionero, agorero de vocación. Otro paso más hacia el suelo, yugular empapada, pronuncio mi te quiero con voz apagada. Último navío telonero del miedo, acabaré odiando la dulce navidad, ese era tu desafío. 

Preguntas anudadas

Tengo entre los dientes una pregunta temerosa y desvalida, que desea pronunciarse en cada beso y en cada mirada. Al filo de mi boca se asoma con miedo de quien se sabe perdido y vacío, incapaz de saltar. En la comisura junto al último beso que me diste, se cuelga, expectante, a la siguiente función. Tengo en el pecho un nudo contenido y asfixiante, que quiere soltarse con cada caricia y con cada te quiero. En el centro de mi alma habita ya acomodado como quien se sabe tranquilo y sosegado, en su zona de confort. Al hilo del pespunte tras este remiendo que coses con esmero, se asoma, desconfiado, a todo tu corazón. Son, sin más, nudo y pregunta uno sin remedio, dos que lo son todo, que empañan el cristal.

Trajes

Se puso el cielo el traje de poeta, susurraba secretos a voces bajo velos de recato. Vaciaba ríos de lujuriosa tinta sobre llanuras sinuosas, elocuentes. Acercándose, pausado, me mostró estrellas, universos lejanos; me hizo mira abajo, al vacío clamoroso; me observó pálido, vislumbró mi verdad con un soplo del viento; me sonrió con calma, incrédulo temeroso, sabiendo lo que se avecinaba. Me puse yo el traje del amor, gritaba historias entre dientes bajo las sábanas de nuestra cama. Llenaba sin control de besos apasionados la espalda de quien amo, valerosa, acomodada. Acercándome, pausada, le mostré mis manos, cuentos callados; le hice mirar arriba, a la inmensidad del mundo; le observé complacida, mostraba mi alma con una ola del mar; le sonreí con calma, loca enamorada, sabiendo lo que me jugaba. Nos pusimos ambos el traje del otro, comprendimos asintinedo lo que se negaba a quien lucha con dolor. Nos cogimos sincerados de las man

Eres

Eres la suerte de los besos por la mañana, de las caricias regaladas, de las miradas cómplices, de los sueños compartidos. Eres todas las cosas restantes en este universo, tejidas poco a poco, nuestras manos entrelazadas, un delirio al viento. Eres el brillo de los ojos de quien se sabe ganador, de quien no teme ver el mundo en flor. Un universo entero, lleno de palabras de miel, de mil futuros perfectos, de canciones junto al mar, eso es lo que eres.

Te escribo como diría el poeta

Te escribo de rato en rato, cuando no te tengo, cuando estamos lejos, cuando no te beso. Te escribo dándolo todo, sin mesura, ni principios, ni finales traicioneros. Te escribo con la certeza por bandera, que somos más que el tiempo, que no nos controla un momento. Diría el poeta que te escribiría todos los versos esta noche, pero te escribo a ti, y a mi contigo. Diría el poeta entonces que me gustas más cuando callas, pero es magia cuando halagas con tus manos mi cintura. Diría el poeta finalmente que juegas todos los días con la luz del universo, pero es tu encanto el que alborota todas mis constelaciones. Te escribo esta noche de nostalgia, algo borrosa, sin tus caricias en los senderos de mi espalda. Diría el poeta, hoy y sobre todas las cosas, las más frías, sobre todos los puertos, que aquí te amo.

Encontrados

Colores sin sentido, destrozan el paisaje, sintonizan mis esquemas, los desarman con una mirada. Una brisa te despeina y por una vez en esta vida siento celos, del viento, de la lluvia, de esa luz que te ilumina. Fondo de escena polivalente, tu cama o la ventana, difuso en el objetivo, entiende las intenciones. Dibujas una sonrisa por última vez en esta noche antes de que el sueño te venza, te abrace, te envuelva y nos dé una tregua. Amanecer gris, manifiesto de puertas hacia afuera, el sol de tus ojos nos guía, apagaste el universo entero. Una caricia que me brindas, inicio idílico de los días contigo, una esperanza sobrevuela, me amenaza, me acorrala y me pide que vuelva a mi cueva. Persistente sentimiento, amordazado entre nosotros, susurra un ángel al pasar, posibilidades de una dispersa realidad.

Mañanas contigo

En las mañanas sombrías de lluvia, de frío, de calles mojadas; apareces tú, todo fuego, todo calor, todo dulzura; para darle alas a mi imaginación, a mis ganas de besarte, a ese quédate. En las mañanas así apareces tú, para hacer mi vida mejor, de sentimientos plena, todo embriagado al más puro estilo del amor.

Sueños

Respiras entre sueños ante mis ojos cautivados. Sueñas con la idea del amor entre los dientes sin tapujos. Y te observo en esta noche de verano, del calor sin ti, del malo, del que no quiero. Te buscaré en sueños que compartamos, para darte un beso, una caricia directa al firmamento. Inhalas una vez más sosegado, dulce. Recorro cada centímetro de tus labios tentadores, paraíso. Y te siento aquí conmigo a cada instante, contra mi espalda, un susurro directo a mi nuca. Te encontraré en mi corazón que es tuyo, para quererte, un amor hecho de titanio.

Escribirte

Quise escribirte todos los versos desde todas las persectivas que me ofrecían tus ojos. Me llamaba la idea de tus labios recitando palabras que poco a poco pensaba para ti. Lancé todas las palabras al aire sin necesidad de recogerlas, con la completa intención de que formaran para ti cuadros coloridos, de mil estilos diferentes, que te recordaran a mi y te arrancaran una sonrisa. Quise escribirte todos los versos desde la lejanía que me hacía completmente subjetiva. Me cautivaba la luz de tus historias que siempre acaban con un ojalá estuvieras aquí. Dejé la tinta correr por el níveo papel sin miedo a tu reacción, a sabiendas de que nunca estarían de más en este nosotros, que se completa con llamadas, con deseos de abrazarnos y de reencontrarnos cada noche. Quise escribirte todos los versos desde esta postura cómoda de la desvergüenza del papel. Me enamoró cada una de tus peculiaridades y entendí que sólo con un beso, con un te quiero, podía decírtelo tod

Y mientras, nosotros

Es mientras hablamos, mientras buceo en tu sonrisa, en tus ojos aniñados de recuerdos dulces, de pasiones desenfrenadas, de las ganas que te consumen; que me atrapas un poco más. Es mientras despiertas, mientras te canto al oído canciones sobre nosotros, del amor sin disciplinas, de sonrisas tímidas, de confidencias compartidas; que deseo estar allí. Y es mientras duermes, mientras te pierdes en sueños infinitos de abrazos elocuentes, de miradas que se buscan, de los labios que se encuentran; que te vengo a escribir. Te vengo a escribir en esta noche de insomnio incorregible, de tus respiraciones al soñar, que soy culpable, que me dejé llevar, que eras todo lo que deseaba y más; mi dulce estrella sobre el mar.

Intrépidos

Como Colón con sus navieros, has venido a atracar al puerto de mis ojos, con semblante sorprendido y las bodegas llenas de ganas. Has hecho todo este viaje, como Darwin en busca de las especies, para acabar encontrándome a mi, que en realidad eres tú. Quizás fue cuando desembarcaste que Tesla acudió en tu ayuda, te contó qué era eso que habías sentido, te dio el poder de poner nombre a esto entre nosotros. No fue hasta bien entrada la noche que la ciencia calló por el precipicio, se fueron a deshacer tus labios ante los medidos versos de Lorca. Amaneciste platónico y anestesiado, por ese Sol que Copérnico bien te había ilustrado, pero no era tanto la luz tu sorpresa como las ansias de un nuevo día en esta tierra. A las pocas horas de tu aparición eras Magallanes en busca de nuevos descubrimientos, ávido de saber y de entender todos los surcos, todos los pliegues, todas las historias. Y así pasan los días, de tú que me buscas y yo que te encuentro, nos he

Las leyes de tu cama

Las leyes de tu cama no tienen ni orden ni concierto, las dicta el tiempo y la distancia, se acumulan en la puerta cerrada por dentro, quieren sembrar poco a poco la discrepancia. Las leyes de tu cama son claras en cuanto a tu almohada, es de ambos y nada más, se refiere a mi cabeza en tu pecho apoyada, a todos esos sueños que compartimos además. Las leyes de tu cama las escribes tú conmigo en un atardecer de colores vivos, con cada paseo de tus labios sin vértigo, sin necesidad de egos ni caracteres altivos. Las leyes de tu cama trascienden el momento, el espacio poco les aporta, y aún a sabiendas de que esto es un burdo intento, las escribimos, aunque no nos importan.

Acciones de dos

Se perdieron en aquellas palabras de fuego, en la necesidad o el intento de no hacerse ilusiones, esas que crecían por momentos en el estómago y lo llenaban todo de un color especial. Se prometieron no contar las horas. No echar cuentas a todos los minutos que faltaban para coger ese maldito avión. No pensar en que esos días iban a volar sin remedio alguno. No calibrar los tiempos de entre guerras, esas guerras de miradas y cosquillas en la cama, de las que proclamaban vencedores a ambos para concederles el más dulce de los besos. Se miraron a los ojos a través de todos los píxeles que les separaban, con un brillo especial que las pantallas no podrían llegar a reproducir jamás, pero que se avivaba con cada mensaje, con una bonita fotografía de algo sin importancia. Se concedieron el derecho de la duda, aunque sin darse cuenta habían disipado todas las dudas con unas cuantas frases a las pocas horas de conocerse. "Podemos pensar con calma, no hay prisa" se decían, pero e

Cree

Creo que puedo asimilar cada silencio de la gente, cada voz en alza sobre mí, el peso de los años. Cada adiós sin remedio, cada quimera que me regale la vida, el color desvanecido del invierno. Creo que puedo soportar cada roce sin sentimientos, cada latir que no nos dice nada, las miradas sin luces. Cada saludo sin querer, cada lágrima al borde del armario, el calor de una noche de insomnio. Creo que puedo, o debo, olvidarme un poco más, sentirme un poco menos, las cicatrices de la edad. Desabrocharme las vergüenzas, rendirme a las evidencias, el sueño que me vence.

Acabados

Se me acabaron todas las páginas del calendario y todos los segunderos de los relojes digitales. Se me acabaron las ganas de una lucha sin cuartel contra otros labios y otros nombres. Supongo que se me acabó todo lo malo de repente y sin tener que meditarlo mucho. Y es que quizás haya mil mejores, pero se me han acabado las ganas de b ú scalos.

El reloj

Me miraba el mundo con ojos endiablados, con la incomprensión como firma, intentando meterme en cintura, abanderados de la causa del tiempo. Me observaba la gente confusa, presa de las modas pasajeras, insensatos, envidiosos de esta cruzada de mis pensamientos contra el universo. Me atrapaban estas cuatro paredes, con la contra entre los labios, intentando impedir nuestro encuentro, luchadoras amigas de la distancia. Me comían las inquietudes, sabedoras de mis miedos más aférrimos, ponzoñosas, endiabladas en el alma de quien desea sin miedo unas llamada. Me descubrió mi reflejo en el cristal, una nueva dimensión desconocida, un atisbo del brillo perdido, quizás una quimera enrevesada. Me descubriste tú entre la gente, los miedos a flor de piel y las espectativas por los suelos, un amanecer de sueños incesantes.

Acordarse

Me acordé de ti en las mañanas frías, en un pestañeo fortuito. Me acordé de ti entre las sombras y con los abrazos de la gente. Me acordé de ti y de tu sonrisa, esa que me dedicabas sólo a mi, esa que parecía algo especial. Me acordé de ti cuando me perdí, cuando el rumbo ya no era fijo y mi vida daba vueltas sin concretar. Me acordé de mí en las tardes de calor, en unas lágrimas que no eran mías. Me acordé de mí bajo el sol y con la soledad más absoluta. Me acordé de mí y de mi tristeza, esa que afloraba con cada pelea, esa que te hacía superior. Me acordé de mí cuando me encontré, cuando cogí las riendas y se marcaba el camino en el sendero. Me acordé de ti en la noche, en un incesante desconcierto. Me acordé de mí en la nieve y tiritando de frío el corazón. Me acordé de ti, de mí y de nuestro vaivén, ese entre la felicidad y el vacío, ese que no nos dejaba dormir. Me acordé de mi, sin ti, cuando desperté, cuando supe que eras pasado y se apagaba la mel

Ir

Voy a escribirle a esta canción desesperada, o al viento que arrastra mi pelo bajo la bufanda. Tal vez a las olas que acarician mis pies, o a lo imposible que fue levantarse esta mañana. Voy a escribirle a todo a la vez, y a nada demasiado concreto, por si me asusta lo que dice mi alma o por si me vuelve a jugar una mala pasada. Voy a escribirle a cada recuerdo, pero no a los que me hacen sentir bien, sino a todos mis errores, a los que me han hecho así. Voy a escribirles a todas esas malas sensaciones, todas esas que me recorren el cuerpo, día sí y día también para mortificarme y les voy a pedir que no vuelvan más. Y por mucho que les escriba esta misiva, algo desesperada y con la gracia de lo fúnebre, sé que me omitirán sin más y volverán todos los días de mi vida sin falta. Por mucho que les ruegue clemencia, o quizás un golpe algo menos directo, sé que van a marcar lo que me queda de vida, si es que aún queda algo en este cuerpo inerte. Y por poco que qui

Necesidades

No necesito señales, ni marcas en el calendario, para recordar el día, que me diste un beso. Ni tampoco cerrar los ojos, ni apartar la mirada, para saber lo que quieres y mira que sé bien de eso. No necesito que hables, o que respondas a algo bonito, si con una mirada me lo dices todo y me haces que en ella me pierda. Lo que sí necesito es que me quieras, que me quieras fuerte, que me dibujes ese corazón todos los días en los ojos. Y necesito que me beses con esa pasión y dulzura, con esos abrazos que saben a todo aquello que deben saber las nubes. Y necesito que seas tú, porque no hay nadie mejor, que no cambies nunca a no ser que sea en esta lucha, sin cuartel y sin demora, en tu cama. Sé tú y sé conmigo, sé siempre todo esto, todas estas cosas buenas y todas las malas que quieran venir. Si necesito algo, no es que tú seas tú, o que yo sea yo. Si quiero algo es ser nosotros.

Para quedarte

Seguridad, compañera, hoy has vuelto para quedarte. Me has dado todo lo que añoraba, las sonrisas al despertar, un filtro esmeralda para esta vida absurda que ahora se vislumbra un poco más. Me has dado un aliento, un poco de aire, un plan de perderme para bien, frases que dicen mucho más de todo lo que puedo entender. Me has dado calor, la emoción de una cita de verano, de un helado en el parque, una sombra de los árboles, y un beso de madrugada. Me has dado alegría, de un trabajo bien recompensado, la vista panorámica en un paseo, esa adrenalina después de saltar hacia el vacío y sin paracaídas. Compañera, fiel amiga, hoy has vuelto a mi vida, con unos ojos preciosos, y una sonrisa que regalarme. Hoy, hoy volviste para quedarte.

Un adiós

Se va a cruzar en mi mente un adiós absurdo al mundo, a las cosas tangibles, a las melodías y a los colores de estos ojos. Un adiós que no suene, que nadie oiga, que me lleve lejos a lugares más benevolentes, y me deje desde allí ver el mar. Se va a cruzar en este entuerto un punto ciego sin retorno, un callejón de fondo, una muralla delante y luces cegadoras sin sentido. Un punto ciego enfocado, directo a las heridas, concienciado a manipularme, peleador nato y destructor natural. Adiós y este punto de no retorno, ya cruzados y enfrentados, concilian tregua a mis espaldas contra mi persona, contra mi voluntad. Eternos rivales se saben vencedores, con las luces del alba, con las manos ensangrentadas, con la soga al cuello y ese olor rancio a pasado. Se va a cruzar en el ahora una derrota poco evitable, un momento de autodestrucción, eterno e inmoral, infinitamente perfecto. Un odio infinito, una bella caricia con la muerte, una dulce melodía fúne

Las camelias

Ha llegado la noche de brujas, como todas las noches desde hace unos meses, para traer mis miedos a mi vera, para que los vele y los ampare de este mundo cruel que intenta desvanecerlos. Con mi túnica roída por los años, vieja y sucia hasta el punto de que no recuerdo ni atisbo su color, me adentro en el páramo lleno de niebla. Vuelvo a sentir en esta noche una vez más el frío del terreno empapado por la lluvia que no ha cesado durante estos días, aunque aparentemente todo haya sido un sol brillante y un cielo espectacular que regalar. Me acaricia la planta de los pies cada brizna de este césped, que muere a mi paso para hacerse más oscuro, más seco, más frío aún. Se enredan en mis harapos todas esas flores ahora mustias, sin vida alguna, que antes representaban mis sueños y mis esperanzas. Me acompañan las arañas y algún que otro insecto en el camino, como en un intento de burlarse de mi, como en una bella alegoría de que he llegado al más profundo rincón de todo cuanto conozco y s

Planes contigo

Voy a hacer mil planes contigo. Para ir a la playa en un día de sol horrible, o para subir a la montaña cuando la ciudad nos coma. Planeemos una escapada un fin de semana cualquiera, a donde sea, me da igual si es contigo; si hace frío fuera, o si el calor nos invita al agua, todo me da igual, si es contigo. Planeemos una cita, o dos, o cuatrocientas. Planeemos vernos por sorpresa y olvidemos el calendario o el reloj de tu cuarto. Planeemos una noche de estrellas, un amanecer en la arena, un paseo por el bosque. Planea todo conmigo, menos el amor que compartimos, esos momentos de pasión que vivimos, o las duchas en verano.  Planea conmigo lo que quieras, que yo lo quiero todo, y más si es contigo.

Al sudor frío y la sangre caliente

Es a esta hora, de calor sofocante y de un sol que nos abrasa, que tengo frío. Serán los nervios, o el saberte deseoso, o quizás tu sonrisa pícara, que me produce escalofríos. Serán las manos temblorosas, las ganas de besarte, o de verte, o de mirarte a los ojos y perderme, o de sentirme a salvo de nuevo, o quizás todo a la vez, pero siento frío. Es a esta hora, a la que nadie sale, a la que nadie abandona la sombra, que me asomo a la calle para buscarte. Serán tus mensajes, o tus misivas menos indecisas, o tu seguridad al cautivarme, que me aventuro al bochorno por ti. Quizás sea todo junto, o el hecho de sentir algo más, la necesidad de saber qué piensas o qué quieres de manera real, la calma en tu semblante, o el deseo de verme desnuda pasear, pero siento la sangre arder. No sé si es el frío de los nervios, o el calor del deseo que nos guardamos, que me hacen escribir mis dudas, más aturulladas, más confusas, más claras que nunca. Sea como sea,

Mensajes al alba

Tú me dices que piensas en mi medio dormido, y a mi me despierta el sólo hecho de pensar en ti. Me tientas para que te enseñe lo mucho que te echo de menos, y lo que no sabes es todo lo que te diría si supiera que no habrá miedos de por medio. Te escribiría esa cama todas las noches mil poemas, para que no los entendieras, y con una excusa perfecta nos llevara la conversación a cualquier derrotero, a cualquier otra parte. Te leería mil historias y escucharía contigo todas esas canciones que me muero por cantarte. Te miraría a los ojos para perderme en ellos y no volver a la realidad jamás. Te diría todo esto si fuera un poco menos cobarde y un poco más descuidada. Te contaría que no importa el tiempo o las velocidades, si al final de todo estás tú, me quedo sin casi pensarlo. Sin casi ser consciente de ello. Sin casi darte motivos, para que los encuentres tú solo. Te diría tantas cosas que se me quedarían cortas todas las palabras del universo ent

Poema VIII. Sobre las prisas y las pausas

Son las prisas y las pausas las que matan, o tal vez avivan la sensación de algo certero, la visión de lo imposible. Prisa, mujer pretenciosa, abarca todo cuanto puede, bebe de la impaciencia, de las ganas de un beso, de las decisiones sin pensar, de los últimos alientos. No entiende de ti y de mi, ni de la situación que nos desborda, ni de mis miedos, ni de tu angustia. No entiende el paso de las horas, de lo correcto o lo verídico, de tus ojos o mis llantos, de mis huidas y tus tangentes. Pausa, descuidada pero metódica, freno descontrolado, se alimenta de mi dolor, de la necesidad de que corra la vida, del ansia de que me lleve la muerte, de los precipicios con los que coqueteo. No va con ella la necesidad, las ganas o la codicia, los testigos o las sombras borrosas, las palabras que no fluyen. No va con ella mi lacayo, sí mi verdugo fiel, mi eterno enemigo, mi acompañante de noches plomizas. Prisa y pausa, amigas contrarias, duelistas de mi espa

Poema VII. Sobre la momentaneidad de los tiempos

Se ha venido a parar el tiempo en este momento, breve pero intenso, en el que la complicidad nos enlazaba y nos llenaba una sola mirada. Se ha parado aquí y ahora, con desconcierto de la gente, con un silencio que me envuelve. Detenido me busca, me observa jocoso. Sabe que me asfixia, que me mata poco a poco el saber de una muerte prematura. Detenido me examina, se ríe a carcajadas de saberse poseedor de lo que tanto quería. Se ha parado el tiempo en un segundo, para romperme la razón, o tal vez sólo la voz. Se ha parado para quebrarme la poca cordura que me queda en dos.

Poema VI. Sobre el camino figurado.

Es este camino mi vida entera, una frase inacabada, una gota de tinta forzada. Se dibuja y se emborrona entre los días y las horas, mi mano la traza decidida cautiva de una idea perdida. Es este camino, mi reflejo inherente, un simple espectador, un complejo admirador. Sigue hacia delante con promesas descaradas de colmarme de razones, de cautivarte con ilusiones.

Poema V. Sobre lo que guardamos y callamos.

Me guardo un apelativo en el fondo del bolsillo, para cuando bajes la guardia, para los momentos que contigo vivo. Me guardo las emociones en el rincón de la habitación, hasta que nos encontremos en el centro, hasta que se inicie esta batalla. Te guardas tus razones en un cajón sin mi nombre, bajo afinidades con los elementos, bajo amistades duraderas. Te guardas las formas esparcidas por el suelo, ante las miradas incrédulas, ante las malditas apariencias. Se guarda el destino un revés siempre a nuestra espalda, para que temamos su llegada, hasta que no podamos más. Se guarda, jocoso, el futuro que nos describe a ti y a mi, bajo una apariencia de algo nuevo, ante luces difusas. Me guardo mis miedos sin poder del todo esconderlos, y tú te guardas tus pensamientos por miedo a una avalancha, se guarda el destino el derecho de dejarnos en la estocada.

Poema IV. Sobre el fuego que no cesa.

¿Qué son en este mundo dos minutos de vacío que no se puedan llenar con un poco de fuego, de gentío? No son las doncellas, ni lo príncipes azules, más que meras sombras en este ambiente de constelaciones en el que mi piel pules. No son tampoco las ganas de algo tórrido, ni los deseos de querernos, los que me impulsan a tu boca de estos pensamientos sórdidos. ¿Qué es este mundo sin tus labios jadeantes, sin tus besos alocados, sin tus manos que me envuelven y se vuelven en mi espalda inquietantes? No es el duende de tus ojos, ni los cruces asesinos, más que meros espectadores de todo esto, nuestro prohibido mundo lleno de inquilinos. No son las luces o las horas las que dictan nuestras ganas de comernos con los ojos y devorarnos con la boca hasta el final de las mañanas.

Poema III. Sobre los besos.

Los versos salen en tropel desde mi alma intensa y desmesurada, a este difuso papel; se sientan prisioneros de tus ojos cautivadores, me llaman a quererte sin tregua ni cuartel, de nuestra pasión herederos. Se acontecen las emociones en este mundo tuyo y mío que nadie controla, del que nadie tiene nociones; toman tus ojos a los míos, y me llevan a lugares lejanos en los que me refugio, nos hacen especiales, nos apartan del gentío. Quisiera decirte que te quiero, y gritar que me da igual, que el tiempo es relativo, que por ti muero; y bailaremos entonces a medianoche, tu cuerpo con el mío, siendo la luna y las estrellas testigo de nuestro bello desvarío, del amor el puro derroche.

Poema II. Sobre los descubrimientos.

Suena en el ambiente la rancia melodía de tu nombre, tal vez espera volver a encontrarte igual que te conocía yo. Sonaba en mi cabeza ese ruido de nosotros que no calla, esos dos bandos, del contigo o sin ti, de mi sangre a cada instante, de tu escarcha y tu actitud. Siento que me quema tu presencia inexistente, en las cosas que quedan tras la lucha sin cuartel. Sentía entre mis dedos algo turbio que no podía ver, ese matiz que no mostrabas, ese fingido interés sobre las cosas más pequeñas, o quizás sobre el mundo al revés.

Poema I. Sobre los miedos a lo desconocido.

Me iba acercando, a cada paso, a cada instante, a un precipicio insalvable, a un abismo sin ti. Salté y caí, sin ayuda o salvaguarda, a un universo en espiral de plena oscuridad y temores ávidos de sangre. Me alejé sin remedio, de esta llama que consume y no deja pie al miedo. Me guardé aquellos juegos, entre las sábanas y las luces del alba blanca. Confundí mi bando, vi que este no era mi sitio, que aquella no era yo. Derrumbé cada obstáculo, para cerrarlo tras de mi, con un muro más sólido, una barrera inquebrantable. Sonaban los violines a lo lejos, de lo que pudimos haber sido, de quienes se miran cómplices. Entendí entonces, ilusa de mi, que no todo estaba perdido, que la distancia todo lo cura, y más si me voy contigo.

Arrecife y miedo

Si te fueras hoy de esta vida en mi cabeza, de esta extraña sensación, querría morir. Buscaría la forma, la sencilla manera, la idea más absurda, para volverte a encontrar. Serías un reto, un bello sueño, una meta personal, un deseo irreal. Serías las bellas rosas, las suaves camelias, las lilas finas, la sombra de un árbol al pasar. Serías todas las cosas, de este mundo al final, de este sueño que no acaba, del cual no quiero despertar.

Tú.

De la tormenta y lo torrencial apareciste tú. De la lluvia y los colores, la miel en tu mirada, y las noches sonrosadas. De los cuentos, de la labia, las historias que no acaban, las canciones que nos maclan. De lo sórdido y lo divino, apareciste tú. De tus manos con las mías, del saber de tus encantos, de un adiós a lo demás. De esperanzas, de pasiones, de las más bellas emociones, de sencillos corazones. Apareciste tú, de la nada y sin saberlo, de cosas que no debo, de sonrisas por las que muero.

Búsquedas

Busca en cada calle, es las esquinas, en tu sombra y en las miradas vecinas. Busca en mi sonrisa, en las fachadas, en las luces de la primavera, en las sinceridades malvadas. Busca en cada cosa, en lo masivo y lo distinto, lo igual y minucioso, lo sencillo y capaz. Busca la inocencia en los pensamientos perdidos, los que me llevan al rio de tu despertar con el mío.

Desamparo

Te pido un rescate, con la miel en los labios y un no en el ambiente. Te pido que me salves de este sin vivir, que me des la mano, un golpe certero que me quite la razón. Te pido que me llames, aún cuando me vaya, aún cuando ya no quede nada. Te pido un argumento, un tamiz por el que mirar, un cristal que vele lo poco que me queda. Te pido que me lleves, amiga mía, la muerte, para no volver jamás.