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Mostrando entradas de enero, 2015

Ser

Son los vientos de tu boca, los que me llevan a perderme en bosques rosado y ríos de sangre fresca, en las sábanas tendidas que mueve el viento, que nos sirven de escondite, que nos refugian de miradas y de palabras incoherentes. Son las olas de tus manos, recorriendo mi cuerpo sin tocarlo y sin quererlo, inocentes y fallidas, me llevan a encontrarme en la luz de la inocencia y la calma clamorosa de un amor que no se aguanta. Son las dudas bailarinas inquietantes, que me cesan y me censuran a cada paso, que me animan y me pausan, que alteran y me destronan de ese pedestal, tuyo de piedra y mio de hielo, fuego en el encuentro. Son las palabras que nos unen a quemarropa y sin saberlo, o queriendo y descarado, desafiantes al mañana en un intento apasionado de comernos a besos.

Línea

Línea suave y delicada, caída al folio azul, al mar de los diálogos que nos separan a ti y a mi. Línea suave reforzada sobre mi piel en el baúl, mis ansias de tenerte que me ahogan a mi sin ti. Línea oscura resalcida, poder abismal, separa mis sentidos que te ahogan a ti sin mi. Línea oscura atenuada moradora de mi alma, cautiva del miedo que no horroriza ni a ti ni a mi.

Melodía al viento

Caen las notas de mis manos al piano,  con clamor y dolor. Cae la melodía junto a una lágrima, a un despertar, de ti y de mi en la pared. Se sucede en el silencio elocuente, otra nota atolondrada, un poco desdichada, del pensamiento oculto. Se alborotan con estruendo las palabras de tu alma, a cada paso, a cada serpiente de humo de incienso envenenada. Con el allegro un baile, y en invierno una flor. Con el forte lo esquivo de una luz y el calor. Una pausa y resucitas, mueres al caer la voz. Un dueto y me fascinas, de tu alma mi emoción.  

23.

En estas horas sombrías entre el alba y mi muerte, coloco las rosas empapadas de tu ser en este tendedero viejo de lamentos y perdones. He venido pues a este cementerio oscuro, sombrío y maloliente, a llorar tus penas y alabar tus encantos, tus ojos de miel, tus clamores al cielo. Siento la inmensa suerte de postrarme en tu tumba, que está vacía, que no te añora, que no te vela, que no te asombra; para llorar de pena o alegría, o ambas a la vez, por tu vida eterna, por una luz lejana perdida. Veo que te vas vagando en este bosque, hacia los páramos de mi presencia donde ya no llegas, donde no te escondes, donde no me tocas ni me sonries de manera descarada, con aires de locura y placeres tentadores. Veo que te asomas por la ventana del mañana, prometedor de otra estacada, de las olas de tu olor, de un beso imaginario, o de todo a la vez. Veo que te dejas llevar por mis ojos cautivo, por la corriente de mis océanos, por las luces de mi voz.