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Mostrando entradas de mayo, 2014

El encuentro tras el ocaso

Pasadas las horas muertas mirando el trozo de papel carcomido por el tiempo con detenimiento, llegué a la conclusión de que nada malo podía venir a mí de aquel modo, pues Tom era todo lo que tenía y estaba a buen recaudo en la misma habitación en la que le había atisbado horas atrás. Supongo que perdí la noción del tiempo porque cuando miré por la ventana era ya día, aunque la luz poco se diferenciaba de la de la noche por las nubes que parecían que no se irían nunca. Cogí el maldito objeto de mi desidia y estuve a punto de abrirlo sin más, sin darle importancia, pero la fragancia de aquel hombre misterioso me volvió a embriagar, me impregnó las manos y se quedó revoloteando en el ambiente, poniéndome el escenario de mi corta obra de teatro mustia de una mañana de viernes sin nada de especial. Al abrirlo una letra sin cuidado alguno y poco legible que rezaba una calle y un número que nunca había oído y que dudo que fueran correctas o que se encontrasen en Londres siquiera. Abajo

A medianoche

Dejé inconclusas todas las notas de aquella tarde de lluvia y hastío por las penas de no poder olvidar el amor que se hallaba lejos en los brazos de un dios temporal y pasajero, como las brisas del desierto que no cesan. Me atreví en un susurro a atravesar el pasillo largo y complicado que articulaba nuestra casa, aquel pasillo que temía desde que tenía uso de razón y el cual era testigo de la velocidad de mi pasmo. Al atravesarlo, la puerta entreabierta me dio la calma con el atisbo de una silueta que se alzaba y decrecía lentamente por la respiración pausada. Todo Tom era paz mientras que yo era un caos de ideas y sentires que hasta a mi me costaba descifrar, y aquella imagen de sosiego lo dejaba claro ante mi preocupación absurda. Volví a tientas, para no despertarle con luces inoportunas, aunque era bien conocido que ni mil elefantes indios despertarían a Tom aquella noche de sueños en los que los campos que jamás había conocido, se hacían realidad. Me acomodé en mi sofá, es

Un sentir particular.

Inoportunos silencios en los albores del mundo, en las ráfagas de vida,  en los amores pasajeros. Pérdida marchita de un sentido moribundo, podrido de ira, sarcásmo de mensajero. Volantes de uranio, pozoñoso el calor y mechado el daño. Aires de ti en suspiros de los otros, en tus caricias me baño. Breve gozo, breve beso y breve el deseo de anhelo, de mentiras y de gloria.

Canto a las luces y a la vida infinita

Creídas iniciadas las delicias de la vida, y consumada la más soberbia de las inquietudes, me dispuse en cobarde intento a empezar a jugar al juego de la muerte. Si bien vivía y reconocía, no eran serias las corduras comedidas y desleales, acérrimas de la palabra apodada desvarío. Era cada triunfo mío un logro suyo, y cada derrota igual para su antojo, que no diferenciaba y se arrojaba, loca rematada, a tomar de mi vidrio un sorbo salado. Cada día era en vano y le llovían borbotones con mi nombre y mi delirio. Bebía sin saciarse todo momento que podía, como elixir dulce que poco a poco la vencía. Era vicio el momento culmen de la espera desesperada, planeaba en mi otoño el jolgorio absoluto, se mofaba de mi desde la altura prudente como si pudiera cogerla, o acaso quisiera con mis manos llevarla a su suerte. Y fue al final, cuando mis ojos entornaba, que vi que eras tú quien me llevaba

Recuerdos de tu amar

Dame los besos que se pierden en tus labios con silencios que matan. Cura el desengaño, el amor, el deseo, o las ganas de quererte, con un sueño o con el viento, que me susurra que no me vaya. Son las luces de esta habitación que me dicen que me quede, te socorra o te empuje al más loco desengaño. Tu piel quema mis velos, les da vida, titilan en mi cuerpo y revocan mi fe, me convierte a una nueva religión, de dios pagano, de dios tu nombre. Sueño en cualquier noche o todas a la vez, que se apaguen las ilusiones que me llevan a tu querer, que me guían por el abismo de tus encantos pasajeros de tu aura permanente. Despierto hoy sintiendo aún tus besos, tu piel y tu alboroto, te siento en mi cama, en el aire, en la vida, ojalá algún día sea ese sentir la realidad de mí, yacer vacía.