El blues
Escribí las
páginas de mi vida como quien compone un disco de blues: las canciones alegres
daban paso a las lentas y lúgubres, narraban los días vividos y los que tenía
por vivir. El rock escribió las furias internas y las suaves canciones de
Yurima al piano pintaron las melancolías con la escala de grises más amplia y
variada.
Pero aquel
día no hubo melodía, no había ruido alguno, ni un llanto ni una risa, sólo el
silencio. La quietud lo llenaba todo, hacía suyos todo minuto y todo espacio
que quedase a la deriva. Aquel día, la muerte había llegado a mi puerta y se
había presentado como una amiga lejana, se sentó a regocijarse mientras le
servía un café y se fue, mirando atrás con el ego por las nubes y mi amado
entre sus brazos, inerte. Aquel día derrumbó mi vida haciéndola añicos.
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